Resumen Ejecutivo del Manifiesto

Diversas mujeres de todos los ámbitos de la vida en todas partes del mundo, están creando una nueva solidaridad, mostrando que las culturas dirigidas por mujeres han existido en paz en esta Tierra durante mucho tiempo.

En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, la iniciativa Mujeres Diversas por la Diversidad (DWD por sus siglas en inglés) declaró – de cara a la agroindustria – que la soberanía alimentaria debe permanecer en manos de las mujeres. Que esa industria estaba creando enfermedades, hambre y destrucción ecológica innecesarias.

Proveniente de todas partes del mundo, el movimiento DWD se ha seguido reuniendo y compartiendo la convicción de que las diferencias, los contextos, la variedad de voces y la variedad de formas en que expresan el cuidado de la alimentación, son clave para resistir la imposición de la uniformidad industrial.

Son las culturas diversas las que marcarán el camino hacia el futuro.

En marzo de 2023, la iniciativa DWD se reunió en la Finca de Conservación de la Biodiversidad de Navdanya en Dehradun, India, para celebrar la diversidad única y rica en vida, culturas, alimentos y conocimientos.

Compartir las luchas, victorias y acciones en defensa de La Tierra, la biodiversidad y comida fue su camino. Se reunieron más de 150 mujeres, de 21 estados de la India, de más de 20 países de América Latina, América del Norte, Europa, Japón, África y Australia, entre muchos otros.

Había agricultoras, panaderas, poetas, documentalistas, líderes indígenas, viajeras, pescadoras, arqueólogas, economistas de paradigmas de los dones de la naturaleza, genetistas, académicas, médicas y más. Había mujeres de todas las edades, entre en sus veinte años y ochenta años de edad.

Se celebró la Sagrada Madre Tierra sembrando un Jardín de Esperanza con semillas de todo el mundo, cocinando y compartiendo Panes de Libertad. Las mujeres compartieron semillas, oraciones, música y danza. Fue una celebración de la Naturaleza, las leyes sagradas de la Ecología y la regeneración de la Familia Terrestre a través de la creatividad y el poder de las mujeres.

La celebración también se convirtió en el espacio para que todos reflexionaran sobre el estado del mundo y las respuestas a todas las crisis superpuestas en la Madre Tierra.

Hoy, las mujeres vuelven a estar a la vanguardia en la defensa de la biodiversidad, la libertad de semillas y la soberanía alimentaria.

Las mujeres activistas, científicas y académicas están a la vanguardia de la configuración de nuevos paradigmas científicos y económicos para reclamar la soberanía de las semillas y la seguridad alimentaria en todo el mundo.

Como guardianas de semillas y productoras de alimentos, como madres y consumidoras, las mujeres se comprometen a renovar un sistema alimentario que esté mejor alineado con los procesos ecológicos de renovación de la tierra, las normas de los derechos humanos, la justicia social, y los medios a través de los cuales los cuerpos pueden permanecer bien y saludables.

Es hora de que quienes están en el poder escuchen a las mujeres y los pequeños agricultores que protegen sus plantas, semillas y cooperan con la Madre Naturaleza para vivir en armonía con la Tierra. La comida es vida, y se seguirá defendiendo.  Las mujeres diversas defienden la promoción, protección y práctica de la diversidad: biológica, cultural, económica, política y de conocimientos.  El DWD seguirá compartiendo y reafirmando los bienes comunes, los saberes para vivir, la verdadera ciencia de la vida, todo enraizado en la epistemología ecofeminista e indígena.  El mundo se encuentra en una encrucijada para la especie humana, en este momento de crisis superpuestas.

Desde esta encrucijada hay dos formas de interpretar e imaginar la relación de la especie con la Tierra. Por un lado, está la visión del mundo que presenta a la naturaleza como mecánica, muerta y como un almacén de recursos para uso humano que ha provocado sufrimiento y destrucción masivos para toda la vida en la Tierra. Esta cosmovisión mecanicista ve el mundo como una máquina y no como un sistema vivo autoorganizado. Las máquinas se ensamblan y controlan externamente. Su función viene dada desde el exterior, como la producción de un producto específico. Ni evolucionan ni se adaptan. Actuar como si el mundo fuera una máquina conduce a un mundo en el que los procesos y sistemas vivos son socavados y destruidos.

Seguir esta cosmovisión nos lleva por un camino de mayor destrucción y da como resultado el pensamiento de que se necesitan soluciones falsas como la manipulación de genes, los falsos alimentos sintéticos y la financiarización de la naturaleza para asegurar el futuro. Pero estas falsas soluciones, derivadas de la visión mecanicista de la naturaleza, solo funcionan para separarnos aún más de la naturaleza, así como para perpetuar la violencia del paradigma del extractivismo y el «crecimiento» sin límites. Estos modos mecánicos artificiales de producción de alimentos niegan las relaciones simbióticas esenciales entre humanos, plantas, animales y microorganismos y, a su vez, niegan su potencial para mantener y regenerar la red de la vida. Esta cosmovisión también ha llevado a la actual y continua desaparición de especies entendida como la “sexta extinción masiva”, el cambio climático, la pérdida de medios de vida para millones y la destrucción de la Naturaleza. Todo en gran parte debido a la implacable explotación de la naturaleza con fines de lucro.

La diversidad se ha erosionado sistemáticamente debido a que la agricultura industrializada se basa en modelos de uniformidad, monocultivo, agroquímicos y desmonte. Cuanto más uniformes sean los productos, más fáciles serán de controlar, vender y comercializar, sirviendo únicamente a las ganancias de las grandes empresas. La riqueza de nutrientes, la estabilidad de los ecosistemas, la belleza natural y la diversidad de sabores se quedan en el camino. La vida no está en manos de las empresas químicas sino en manos de campesinos ecologistas y agricultores cuya experiencia milenaria se está perdiendo. La cosmovisión ecofeminista busca revertir esta tendencia, derribando las jerarquías de poder que se han vuelto institucionales y comenzar a reparar el tejido deshilachado de la vida.

La epistemología y ontología ecofeminista e indígena siguen los principios ecológicos básicos de la ley de la Naturaleza: la interconexión, la interrelación y la interdependencia de todas las facetas de la creación y la Vida. Que la Madre Tierra es sensible y no aislada del todo. Los sistemas de conocimiento indígena surgen de una comprensión profunda y prolongada de los principios ecológicos de la Ley de la Naturaleza y la sostenibilidad ecológica. Han preservado y asegurado sistemas de vida saludables y la supervivencia de sus pueblos a lo largo de los siglos.

Esta es una visión de interconexión que reconoce que todos los humanos son parte de la naturaleza, no separados. Que ve que la naturaleza y las mujeres no son objetos para ser explotados o utilizados por las jerarquías de poder, y que ningún ser humano es superior a otro, independientemente de su género, cultura, trabajo y medios de vida.  Esta cosmovisión nos ve a todos como una Familia Terrestre de seres sintientes, que tienen derecho a vivir y evolucionar a través del amor y el cuidado.

El paradigma ecofeminista llama a la transición imperativa a sistemas ecológicos locales, biodiversos, que funcionen en armonía con la naturaleza, para sanarnos a nosotros mismos y sanar la Tierra. Desde los microorganismos del suelo hasta las plantas, los animales, los alimentos y los microbiomas, todos están conectados a través de la biodiversidad. Se necesita diversidad en los sistemas alimentarios, diversidad en las semillas, diversidad en los alimentos y las economías. Así como la biodiversidad de la vida conecta a todos, también lo hace la diversidad cultural, la diversidad lingüística y la diversidad de luchas. La diversidad es el hilo que nos conecta a todos. La Tierra es una red de vida interconectada.

La biodiversidad, la variedad de toda la vida en el planeta, sostenida por el sistema ecológico de comunicación de la Tierra, es el resultado de la verdadera inteligencia de la Naturaleza. Las leyes de la naturaleza y los sistemas de conocimiento, que surgen de una comprensión profunda de los principios ecológicos y la sustentabilidad, aseguran la continuación de sistemas saludables. La vida crea y mantiene la vida. Los sistemas vivos tienen bucles de retroalimentación negativa (reacción que autoregula los desequilibrios) que mantienen las condiciones del planeta dentro de límites favorables para la vida.

El Cambio Climático es el resultado de la ruptura de estas fronteras y la destrucción de saberes y culturas que viven de acuerdo con las leyes de la ecología, las leyes de Oikos, la Casa común. El cambio climático y la destrucción ecológica también tienen un vínculo directo con la salud humana. La salud del planeta y la salud humana no son separables.  El mundo se enfrenta a una crisis climática planetaria y una crisis de salud, que es en gran medida el resultado del sistema de agricultura industrial globalizado. Las múltiples crisis van desde el suelo, el agua y las semillas, hasta la producción, procesamiento y distribución de alimentos.

La transición de los sistemas agrícolas industriales a los sistemas ecológicos no solo es esencial para disuadir más emisiones y mitigar el cambio climático, sino que significa seguridad alimentaria y del agua, mejores medios de vida y empleos, la protección y regeneración de la biodiversidad y de los sistemas ecológicos críticos, el bienestar animal. la salud humana y sociedades socioeconómicas más equitativas.

El cambio de la violencia a la no violencia se ha convertido en un imperativo de supervivencia. Es también un imperativo ético y ecológico. La palabra ahimsa o no violencia, no significa solo la ausencia de guerra, sino que es una forma completamente nueva de vivir en armonía unos con otros, con toda la creación, con la Madre Tierra. Gandhi escribió: «El principio de la no violencia exige la abstención total de la explotación en cualquier forma». La paz con la Tierra comienza con cultivar formas no violentas de conocer y vivir, de escuchar la naturaleza y aprender de especies que han estado aquí mucho antes que nosotros. Las economías no violentas se basan en reconocer y respetar los aportes creativos de la tierra, las mujeres, las culturas indígenas, los campesinos y los trabajadores.

Hacer las paces con la Tierra pasa por cuidar la salud del planeta, su biodiversidad, su gente y sus sistemas a través de una Economía del Cuidado que se trata de la generosidad de la vida y la alegría de compartir los dones del mundo natural. La economía no debe ser un instrumento de extracción o de separación, como es la base de las economías corporativas y los mercados globalizados.  La Economía del Cuidado es una economía basada en el don como ley de la naturaleza. Regalar es el modelo holístico de estilos de vida abundantes que debe integrarse en la economía de la vida.

El futuro de la alimentación y el futuro de la vida en la tierra, así como las soluciones al colapso ecológico no pueden encontrarse en la lógica y en las manos de quienes lo provocaron en primer lugar.

Las soluciones están en manos de mujeres, agricultores agroecológicos, movimientos sociales y redes que resisten la disrupción de la naturaleza y la sociedad.

La Economía Ecofeminista se trata de la libertad: la libertad de cada persona, hombre y mujer, para ser madre y cuidar de sus hijos, sus familias, comunidades y ecosistemas, y para transmitir su conocimiento y amor mutuo y de la Tierra. , en armonía con el ritmo y los ciclos de todos los seres sintientes en este hogar planetario.

Así como la rueca de tejer de Mahatma Gandhi, el Charkha, se convirtió en un símbolo de libertad, la semilla se ha convertido en un Charkha para la emancipación de todas las formas de vida de las corporaciones transnacionales y los gobiernos que han capturado en este período de recolonización.

La semilla es una complejidad autoorganizada en permanente renovación, regeneración e interconexión. Las Mujeres Diversas por la Diversidad convocan a celebrar la Semilla, símbolo de vida y de potencialidades futuras, reconociendo que la revitalización y conservación de la biodiversidad solo es posible a través de las mujeres diversas, su cultura, sus necesidades y su creatividad. Defiende la Libertad de las Semillas, la libertad de las personas, la libertad de la Tierra y la libertad de todas las especies vivas. La conservación de la diversidad es el compromiso de dejar florecer alternativas en la sociedad y en la naturaleza, en los sistemas económicos y en los sistemas de conocimiento.

Mujeres Diversas por la Diversidad, diversas en cultura, raza, religión, condiciones socioeconómicas, tienen un objetivo común: la diversidad biológica y cultural como base de la vida en la Tierra. Defender la autosuficiencia, la autosuficiencia y la solidaridad, a nivel local y mundial.