En Huelga Civil por Palestina

Amigas y amigos, hoy ya no he aguantado más ese atroz genocidio en GAZA y me he declarado en huelga, una huelga civil, pacífica y legítima.

No les voy a describir lo que pasa en Gaza porque es la primera vez en la historia que tenemos a las víctimas de un genocidio reportar en vivo y a todo color desde sus celulares prestados, diciéndonos lo que pasa y pidiéndonos que no los dejemos solos, que no las dejemos solas. Y son imágenes intolerables.

Hoy Residente de Calle 13, ha planteado que nadie debería recibir premios, que los rechacemos todos a nombre de detener el genocidio en Gaza.

Yo no soy reconocimientos y de premios; estoy retirada y todo lo que hago lo hago por el bienestar común de la vida de nuestra especie, nuestros clanes y del Planeta, incluyendo la paz interna que se adquiere en la edad adulta de que se sabe que una hace y ha hecho lo mejor que ha podido para dejar un mundo mejor.

Pero me declaro en huelga, tiene razón Residente. Me declaro en huelga civil y civilizada por Palestina. Voy a dedicarme a Palestina y si me invitan a participar en alguna actividad,  me tienen que dar 10 minutos para hablar sobre Palestina, o no puedo participar. 

Porque estoy en huelga por Palestina.

Yo solo tengo 75 años de edad y en ese corto trayecto de la historia, he visto y he vivido demasiadas guerras, demasiados muertos in sentido porque solo la muerte natural tiene sentido, demasiadas desapariciones y demasiadas limpiezas étnicas. Hasta estuve en el terreno de las Torres Gemelas cuando el 9/11 y lloré cuando vi a la gente tirarse lentamente tirarse por las ventanas de los dos edificios y me parece terrible que asesinaran a los judíos que estaban en la Palestina ocupada el 7/10. Y me parece de terror que a nuestros pueblos originarios, afros y a las mujeres, nos hayan quitado la historia y la vida vivida en nuestra propia historia.  

Pero NUNCA en mi vida, había visto una barbarie tan descarnada, sostenida y genocida, contra toda la vida y la reproducción de la vida, de todo el pueblo de Palestina.

En ese contexto, no puedo seguir viviendo, ni un día más en la vida, como si no pasa nada y como si no tiene que ver conmigo.  Y contigo. Ni un día más, hoy me he puesto del huelga.

Lo que iré haciendo por Palestina en mi huelga, no importa si lo sabrán o no por los medios; estoy muy ocupada, trabajando por la voz y la vida de lo que queda de Palestina, ojalá para aportar al concierto del mundo por la vida en Palestina.

Los dejo con los dos carteles que se presentaron en las audiencias del juicio de la Corte Internacional de Justicia en La Haya.

La pizarra blanca en un hospital en Gaza, dice la abogada irlandesa que presentó la querella en el tribunal, «Esa es la pizarra el 21 de noviembre en Gaza… esa tarde fueron asesinados el doctor, junto con otros dos colegas… y el hospital destruido.»

«Quién se quede hasta el final (en el hospital asediado), que cuente nuestra historia: que hicimos lo que pudimos… y que nos recuerden».

 

 

Poema prosaico por Palestina

                                                                                                                                           María Suárez Toro,
                                                                                                                                                       8/2/24

                                                                        Esfera de Influencia

Mi esfera de influencia
está definida,
no por el alcance
de la geografía de mi cuerpo;
ni siquiera por mi opinión política,
o la del historial de las convicciones
que he construido
durante los últimos 75 años.

Porque hay momentos  la vida,
en los que el ADN planetario,
es el que grita, a viva voz, 
el cuento que quiere
que yo asuma sin “cuentos”.

El cuento del ADN
es uno que,
independientemente del resultado
del laboratorio
de nuestras disociadas
mentes intelectualizadas,
suelta un grito, tan gritado,
tan agudo y fuerte,
que ineludiblemente nos remite,
a recordarnos
dónde, de verdad,
nos configuramos humanos.

Tan lejos y tan lejos,
nos jala,
y nos conecta,
a territorios tan distantes,
y tan desconectados,
que muchas veces
las resonancias
vibran en nuestros cuerpos,
cómo si aparecieran
por default
o por accidente.

Son esos territorios,
tan lejanos
y tan de otra gente,
que casi  los desconocemos,
cómo parte de nuestro cuento.

Cuando hace 15 años,
me regalé, para mi cumpleaños,
una prueba de mi ADN,
sorpresivamente descubrí
que vine milenariamente,
por supuesto del océano,
pero media vez nuestra especie,
ya se había colocado
tierra adentro,
vine de todos lados.

“Había una vez  
– comienza mi ADN –
-que vine del territorio
corpóreo de mi madre,
y de la semilla de mi padre
cuando se entregó
a la fertilidad de ella,
para que yo naciera
en su vientre oceánico,
cómo parte de una especie
de tipo materno.”

Mitocondialmente supe,
que yo vine de África,
viajé por lo que hoy se conoce
como los países árabes,
pasando por los de Asia,
hasta ir dar
al sur de España,
llegando al fin
a las Américas,
a vivir entre
las poblaciones originarias
de las islas Antillanas.

Desde que empecé
a reconocerme en mi ADN,
sin saber mucho de geografía,
he tenido aprender
a tratar de darle sentido
a ese recorrido.

¿Cómo cerrar la brecha
del desconocimiento
de lo que he sido,

todos esos millones de años,
por mí desconocidos?

Trato de hacerlo,
sintiéndo las resonancias.

Trato de entenderlo,
estudiando la geografía,
de la reacción de mi cuerpo.

Hipotéticamente
mi ADN y yo,
pudimos haber sido
en la Ruta de la Seda.
Esa que conectó a África
con Medio Oriente
y con Asia en un pasado lejano.

El desconcierto me azota
con vendaval que sopla y sopla,
develando la más oculta memoria.

!Esa ruta es la misma que hoy,
mi periodismo revela!

El globalizado Canal de Suez,
perteneciente al mundo árabe,
disputado mediante genocidio,
por el gobierno de Israel
y la complicidad
de la USA norteamericana,
intensificando esa cruenta guerra,
que iniciaron en el mismo año,
cuando yo nací en las Américas.

¡Una guerra de 75 años!

Hoy para crear un nuevo canal,
el  “Ben Hurion” en territorio ocupado,
militarizado para arrasar y controlar.

Una nueva Ruta de la Seda,
que conecte Medio Oriente,
con Asia y África,
pero perteneciente a Occidente,
para controlar el tráfico mundial,
militarizado y dominado,
para las elites de siempre.

La desigual,
abusiva,
genocida,
supremacista,
capitalista,
patriarcal,
disputa contra Gaza en Palestina,
para desaparecerla,
para atravesarla,
vacía y militarizada,
para conectar el Rio Jordano
con el Mar Mediterráneo,
destruyendo Gaza.

Me ha quitado el sueño;
me ha devuelto las pesadillas,
que alguna vez dejé de tener,
cuando el silenciamiento
de las armasen la Centroamérica
de inicios de los 90, 
nos dio un respiro
y una chispa
de esperanza. 
Pero allí aprendimos,
que la PAZ
no llega por casualidad,
o por tener buenas ideas en la cabeza,
o tratando de darles vida
desde la misma política guerrerista. 

La paz no ha llegado
a Centroamérica todavía,
porque en su diseño
institucionalizado
para seguir dominando,
no hubo,
ni propuestas,
ni políticas
de repartición equitativa de bienes,
de disculpas y reparaciones
por lo diezmado y asesinado.

Ninguna propuesta  
de cambio de paradigmas relacionales,
ningún cambio de camino por la igualdad,
ente nos y con las demás especies,
para que podamos llegar
a vivir la vida
con sus dones y regalos:
juntos como una sola unidad,
cómo y con las demás especies. 

Y yo hoy,
con mi ADN,
sigo aprendiendo a abrazar. 
Me gusta soñar
conmigo misma:
¿Quién yo podríahaber sido,
antes de lo patriarcal,
lo capitalista,
los supremacista,en antaño?

Una árabe palestina?
o quizás una judía palestina?
O una musulmana palestina?
O una bailarina musulmana africana,
bailando Jerusalema donde sea?
O quién sabe qué combinación,
en el paraíso prometido,
de todos, su Meca?

Esa tierra que veo
cuando miro el mundo
con mi lente de ADN,
que no es otra cosa,
que los ojos
de la propia naturaleza. 

Vuelvo al mapa;
lo miro bien,
“para verte mejor”,
cómo dice Caperucita Roja:
¿Qué era Palestina
en el período anterior
al cuarenta y ocho? 

En el milenario Imperio Otomano,
siempre fue un territorio de todos.
NUNCA de nadie en particular,
ni feudo de alguien,
ni territorio de etnia especial,
ni entorno único
de la nacionalidad de nadie. 
Siempre fue,
una tierra,
del río al mar,
con muchos pueblos,
todos diferentes,
tal vez porque erade todos,
la MECA. 

De las tres principales
religiones planetarias;
y tal vez incluso paganos,
agnósticos,
herejes,
no teístas,
u otros teístas múltiples,
que también lo vivían.

Religioses,
espiritualidades
y otras creencias,
pre patriarcales,
pre capitalistas,
pre supremacistas.

Ancestralmente,
no pudieron haber sido
instrumentos,
o instituciones.

Pero podrían haber sido expresiones
de la reverencia humana
hacia toda la vida,
incluyendo la santidad
del propio territorio
como el regalo de la vida.

Cuando sueño
más allá de mis pesadillas,
me gusta creer
que el territorio de Palestina,
esa tierra sagrada ancestral,
esa de ese infernal conflicto,
no se permite
estar dividida,
fragmentada,
destrozada
y abusada,
a ras del suelo.

Cuando nos conocemos
a nosotras mismas
parte de la naturaleza del planeta,
sabemos-aunque-no-sepamos,
dónde y cuál,
es nuestra esfera de influencia.

O viceversa:
sabemos-sin-saberlo,
que todo nos influye,
más allá de qué y quiéncreemos que somos. 

Me pregunto de nuevo,
y una y otra vez:
¿Cuál es la esfera de influencia? 
Cuando sabemos con certeza,
lo que dice la buena ciencia,
que las alas de una mariposaen
un lugar del planeta,
puede crear un tifónen
otro lejano lugar,
sea océano o tierra,
no nos perdemos tanto. 

Todas y todos,
humanas y humanos,
somos hoy Palestina. 
Hay veces,como ahora,
en tiempos de angustia,
cuando necesitamos
la memoria de las aguas,
y de su ADN. 

Necesitamos que nos recuerden,
más allá de la historia conocida,
quiénes .y qué somos
y de dónde venimos.

Y también hay días,
como éste,
cuando nos encontramos,
mujeres de casi de todo el mundo,
mirándonos profundamente
desde la mira puesta en Palestina:
quienes creemos que somos
y lo que sabemos
 que podemos hacer,
para ayudar a detener ese genocidio. 

Y juntas como una,
a través de tantas fronteras,
nos metamorfosizamos
para convertirnos en mariposas. 

Quién sabedonde nos llevará,
y qué haremos. 

Pero la confianza
en la vida nos lo ha dicho hoy:
vamos por muy buen camino.
Porque no se vale el silencio. 
Pero otra vez,
tenemos que preguntarnos,
bajo la oscuridad genocida:
¿Qué constituye
nuestra esfera de influencia? 

Es nuestro terreno común,
nuestros territorios
mitocondriales en alerta,
luchando con y por Palestina
para todos y todas por igual,
cómo parte de un solo planeta.

                                                                      María Suárez Toro, 7/2/24