Tona Ina:
Creación literaria de un arquetipo matriarcal ancestral
para narrar historias que desafían paradigmas depredadores
María Suárez Toro
TONA INA («luz marina» en yoruba), es un arquetipo matriarcal, ancestral africano creado en 2015 en la costa caribeña de Costa Rica para contar historias de la búsqueda de la identidad de barcos esclavistas y su conexión con las raíces más profundas de la identidad, el conocimiento ancestral y la conectividad interactiva de la comunidad con el océano y sus historias no contadas.
En el Caribe costarricense, los afrodescendientes y los pueblos Bribri y Cabécar llevan mucho tiempo afirmando que ven una luz en las noches más oscuras frente a Punta Cahuita, en el Parque Nacional de Cahuita, en la provincia caribeña de Limón, en Costa Rica.
https://vimeo.com/user12607319/download/838529172/b3ab6b24a4
En las aguas oceánicas cercanas a esa Punta, hay dos antiguos naufragios siendo investigados por la juventud buceadoras afrodescendiente y mestiza con Bribri, que actualmente desarrollan una ciencia ciudadana en arqueología subacuática comunitaria con el fin de desentrañar la historia no contada y reivindicar su patrimonio cultural subacuático.
La investigación de los barcos ha revelado un pasaje no contado y no reconocido de la historia, llevando al Centro Comunitario de Buceo Embajadoras y Embajadores del Mar a identificar hipotéticamente que se trata de dos barcos negreros daneses que el 2 de marzo de 1710 llegaron por error a las costas del Caribe Sur con unos 650 africanos esclavizados, traídos a la fuerza del látigo y el cautiverio o compra de esclavos, desterrados de sus tierras de origen en África Occidental para ser vendidos en las Américas. Producto de una sublevación de la tripulación, los africanos y africanas acabaron siendo liberados en las costas del Caribe sur de Costa Rica.
La documentación hallada en archivos históricos coloniales de Costa Rica, España, Nicaragua y Dinamarca describe cómo los barcos se perdieron en los mares del Caribe cuando se dirigían a la entonces isla danesa de St. Tomás, cerca de Puerto Rico. Así, los dos barcos negreros -Fredericus IV y Christianus V- llegaron por error a Costa Rica.
Al darse cuenta de que estaban perdidos, los marineros y los esclavizados se amotinaron, tomando el control de los barcos, incendiando uno y dejando el otro a la deriva para que se estrellara contra el arrecife, después de poner a todos a salvo.
Los marineros, junto con los capitanes y 22 africanos que pertenecían a los capitanes como «propiedad», contrataron una barcaza inglesa que escaba en la zona y finalmente llegaron al puerto panameño de Portobello.
Desde 2016, la iniciativa comunitaria sin fines de lucro, Centro de Buceo Comunitario Embajadores del Mar ha estado enseñando a los jóvenes locales a bucear y también capacitándolos en arqueología subacuática comunitaria en un proyecto de investigación que busca establecer la identidad de los naufragios en el Parque Nacional Cahuita como los posibles barcos de esclavos en las historias archivadas.
El trabajo de arqueología subacuática comunitaria realizado por jóvenes afrodescendientes e indígenas de descendencia mixta es aún más significativo porque se trata de los herederos directos del legado de esta narrativa.
Su trabajo les está proporcionando una visión más profunda de las raíces de sus identidades y está ampliando -y quizás cambiando- la historia del lugar y de sus gentes en lo referente a la forma cómo llegaron al país.
La provincia de Talamanca, en la costa caribeña de Costa Rica, se caracteriza por ser la más diversa del país culturalmente , y también alberga una de las mayores biodiversidades de la nación. Posee la mayor densidad de zonas naturales protegidas prístinas, desde arrecifes de coral, a selva tropical, pasando por humedales y con anidamiento de tortugas, todo lo cual supone el 88% de la superficie terrestre del Cantón de Talamanca y el 2% de la biodiversidad del planeta.
Talamanca está situada al sureste de la provincia meridional de Limón, en la frontera con Panamá, con una superficie de 1.084,92 millas cuadradas.
Los pueblos indígenas Bribri y cabécar viven en el territorio, junto a pescadores afrodescendientes, constituyendo la matriz histórica de un lugar que hoy acoge a unas 52 nacionalidades.
La Memoria está en las Aguas
Tona Ina, el personaje literario creado para contar esta historia, guarda la memoria en estas aguas, sacando a la luz hechos históricos ocultos sobre la esclavitud y su interacción con las prácticas colonizadoras patriarcales depredadoras en el mar y la tierra costera a partir de la colonización.
Costa Rica no tuvo puertos esclavistas durante la esclavitud y la historia oficial no da cuenta oficialmente de la presencia de africanos en esta zona hasta cien años después, cuando en 1826 los pescadores afrodescendientes llegaron para establecerse en Punta Cahuita, viajando desde las cercanas islas del Caribe y las costas continentales.
La mayoría de las africanas y los africanos que llegaron a las costas del Caribe costarricense aquel 2 de marzo de 1710 permanecen desaparecidos en la historia oficial por cuanto fueron desembarcados en un contexto insurreccional del cual existen testimonios dados en varios juicios en Dinamarca y Panamá y por parte de la corona española contra los colonos que “robaron” africanos del desembarco convirtiéndolos es esclavizados sin haber pagado impuesto por ellos.
El testimonio de unos 101 de ellos que fueron recapturados y re-esclavizados en Matina al norte de Cahuita, por lo tanto sus historias están en los archivos nacionales e internacionales cuando testificaron cómo llegaron a Costa Rica, cómo fueron re-capturados comprados, vendidos o finalmente lograron la libertad de la esclavitud en 1824.
Tona Ina como un personaje matriarcal ancestral para contar esta historia
Con la creación del personaje Tona Ina, se le ha dado un nombre mitológico actual a una luz que la población afrodescendiente y originaria de la zona dice ver en Punta Cahuita y otras puntas marino costeras, dónde saben que hay tesoros ocultos de la historia.
Fue creada por mí como embajadora del mar, para contar la historia de la gesta de la juventud buceadora y sus aliadas, que en ocho años de trabajo en arqueología comunitaria subacuática, está a punto de probar científicamente con el apoyo científico de arqueólogos, el conocimiento ancestral de buceadores y buceadoras locales, el aval de la Universidad de Costa Rica y los debdos permisos gubernamentales, la identidad de las dos embarcaciones esclavistas en Punta Cahuita.
Tona Ina surgió porque ni el lenguaje académico, ni el lenguaje periodístico, ni siquiera las habilidades para contar historias de la autora, resultaron suficientes para hacer justicia a la riqueza de la saga en la experiencia de la juventud caribeñoa en una búsqueda que ha despertado un renovado sentido de pertenencia, una «vibración» que los vincula con su pasado y una historia que va a hacer historia en muchos inéditos sentidos.
Esa juventud ha desarrollado e incursionado en una práctica de ciencia ciudadana que combina el conocimiento ancestral y el método científico, lo que les ha permitido hacer un descubrimiento de una historia desconocida, ligada a ellos como afrodescendientes y mestizos, y hacer un aporte a una disciplina hasta ahora inexistente en Costa Rica: la arqueología subacuática comunitaria.
Llegué a Tona Ina en un chispazo de desesperación personal porque en mi falta de lenguaje para contar la historia, me preocupaba mucho la reacción de la joven generación de afrodescendientes y jóvenes mixtos indígenas/afro al conocer uno de los peores capítulos de la historia de la humanidad enraizado en los horrores de la esclavitud..
Desconocido para los jóvenes en un contexto de desolación actual en sus vidas respecto a la pérdida de identidad, la pérdida de biodiversidad, la pérdida de sus tierras, la pérdida de oportunidades y la desaparición de su historia colonial, para promover una oportunidad de recuperar si identidad enraizada y ojalá, que le sirva para construirse una vida satisfactoria en un lugar tan histórico, tan especial y tan de ellas y ellos, que les está siendo arrebatado por los modelos alienantes, depredadores y supremacistas occidentales.
A pesar de su riqueza en biodiversidad y diversidad cultural, la provincia de Talamanca, en el Caribe Sur, tiene el nivel de suicidio juvenil más alto del país. La generación más joven está deprimida, lo que la corriente dominante supone que se debe a la falta de oportunidades, lo cual es cierto.
Eso es un hecho, pero hay múltiples y más complejas razones para una desarraigada pérdida de pertenencia que se convierte en desesperación hasta el punto del ponerse en peligro.
La generación joven de Talamanca, en el Caribe sur de Costa Rica, es hoy extremadamente vulnerable al racismo, el etnocentrismo, el clasismo, el aburguesamiento y la pura discriminación basada en la monocultura occidentalizada de hoy, retratada en los medios de comunicación de masas y sociales como nunca antes. Los jóvenes también se enfrentan a la enorme presión de la industria turística mundial en la región y, ahora después de COVID, de los nuevos nómadas ricos de Internet, que se establecen «temporalmente» en la zona, pero compran la tierra como inversión con poco o ningún compromiso en la protección de la zona.
A la base de esta crisis que paraliza y deprime a la nueva generación incluso para levantarse y luchar por la vida, la tierra y el sustento y su tierra, tiene que ver con la brutalidad y la velocidad del desarraigo impulsado por todo el sistema, especialmente los medios sociales y los algoritmos de Internet. Estas fuerzas han promovido una monocultura en la que los jóvenes no encajan, pero ven, sienten y aprecian (debido a la adicción, el consumismo y la monocultura, también creados por los algoritmos en línea) en los dispositivos móviles, incluidos los teléfonos celulares, la televisión y los medios de comunicación, día tras día, todo el día. Y a menudo sus padres les dicen, al otro oído, que ya no son miembros de su cultura porque están más en sintonía con la cultura del teléfono móvil.
¿Cómo podría yo, como feminista, defensora de las comunidades sumergidas en la arqueología y escritora de su historia en ciernes, llevarles otra parte dolorosa de su pasado -la esclavitud- sin un sentimiento de algo fuerte a lo que aferrarse sobre ese pasado, que les diera orgullo y un arraigo asertivo?
La estrategia como narradora es tal que TONA INA, como abuela ancestral que representa su fuerte arraigo en la cultura ancestral africana, como arquetipo matriarcal, y la conexión actual del «útero» con las aguas en su luz como guía a lo largo de la vida.
En ese contexto en el que los jóvenes «no encajan en ningún sitio», la arqueología subacuática comunitaria que están aprendiendo, contada por Tona Ina, les está devolviendo un lugar, una historia y un oficio (trabajo) significativo en el que también están haciendo historia.
Sin embargo, esto no es suficiente. El caso de la trata de esclavizados y su impacto en todas las generaciones posteriores ,requiere una contribución como la que puede hacer la arqueología subacuática comunitaria, en el proceso de desvelar el pasado.
También requiere disculpas y reparaciones por parte de los descendientes de los propietarios de esclavizados, ya que se trataba de una relación privada, pero los Estados colonizadores permitieron y promovieron dicha relación privada, por lo que también tienen toda la responsabilidad.
De hecho, ésta fue la primera relación «privada» en la que las Naciones Unidas, al tratar los derechos humanos en términos de lo que los Estados hacían a las personas, reconocieron por primera vez que la esclavitud era una violación de los derechos humanos. Lo hizo porque finalmente, tras mucho luchar, los derechos humanos internacionales reconocieron que los Estados eran responsables porque no protegían la humanidad de las personas: los derechos humanos.
El reciente caso de la periodista de la BBC Laura Trevelyan pidiendo disculpas e indemnizaciones como persona de una familia y pidiendo a Gran Bretaña que ponga orden al respecto, es un buen ejemplo.
¿Dónde está plasmada Tona Ina?
TONA INA nació en el imaginario de la población afro y Bribri y Cabécar de Talamanca, que dicen que ven luces en Punta Cahuita y que esas son las luces de espíritus. TONA INA dice en el libro “Tona Ina: La Luz en el Mar Caribe” (2021) que está ahí para asegurar a las poblaciones costeñas que los tesoros culturales enterrados en naufragios en el fondo del mar, siguen ahí para guiar el camino al e-encuentro con sus raíces.
En el 2016, le puse a esa luz marina el nombre de TONA INA, como personaje que narra las crónicas de los Embajadores del Mar, quienes han estado buscando la identidad de los naufragios en Punta Cahuita con la hipótesis de que se trata de naufragios de barcos negreros de 1710.
Luego escribí un cuento titulado “Tona Ina, la Misteriosa Cueva del Pez León en Cahuita”, publicado por la Universidad de Costa Rica, sede Caribe en 2017. En él se narra la búsqueda de la historia no contada detrás de la búsqueda de la identidad de barcos en el Parque Nacional Cahuita y su vínculo con los legados de la comunidad costera que rodea los pecios y la luz del mar que ven en la Punta Cahuita cerca de los naufragios.
Un segundo libro más amplio que ya les mencioné, fue publicado en el 2021, publicado por Investigación de la Interculturalidad y Estudios Regionales (CIDICER) y la Universidad De Costa Rica sede Caribe. En él se narran 12 crónicas sobre distintas experiencias y temas relacionados con el desarrollo de la arqueología comunitaria en el Caribe de Costa Rica.
Lo personal es político
Tona Ina también me está desafiando personalmente. Ella se ha convertido en una parte tan importante de mí que recientemente, en tiempos y circunstancias difíciles, me he encontrado preguntándome ¿qué haría Tona Ina en mí lugar?
El espíritu transgresor, transformador, mítico de Tona Ina, pre patriarcal y pre occidental, conectada simbióticamente a su naturaleza desde la memoria de las aguas, no me permite responder de la misma manera que he respondido a lo largo de mi vida hasta ahora. Acabo de cumplir 75 años y, como elder, ELLA me ha dado una nueva perspectiva de la vida. Yo creé el personaje literario, mitológico y ese personaje me está recreando a mí en el esfuerzo colectivo de nuestra comunidad.
Esa perspectiva sigue surgiendo en este proyecto. Se trata de permanecer conectado como un ser completo que vive en un cambio constante; de volver a aprender a vivir en interacción simbiótica con el resto de la vida, de los medios de existencia, y de aprender e integrar las lecciones que la vida me sigue aportando.
La ancestralidad es MEMORIA de eso y está en las aguas. Para las mujeres, los pueblos afrodescendientes y los pueblos originarios – es decir – las poblaciones sin historia (por robada y desaparecida), regresar a reconstruir la historia, no es suficiente, porque no tenemos historia.
Hay que ir a la pre historia y es ahí donde la creación de ese personaje mitológico ancestral ha conectado esta experiencia con el aporte de la disciplina creada por Marija Gimbutas, la arqueomitología.
Tona Ina en la Arqueomitología
Tona Ina, el personaje literario ancestral y matriarcal yoruba surgido de la mitología actual de la comunidad afrodescendiente que ve luces en el lugar donde están los naufragios, no sólo está contando las historias no contadas que están haciendo historia; EL’LA también está desatando las mitologías en torno a la cultura de la herencia esclava, incluidas sus mitologías africanas Yoruba y Bribri y Cabécar.
La comunidad donde Tona Ina ha surgido como personaje, se enfoca en el desarrollo de lo que llamamos arqueología subacuática comunitaria (recientemente reconocida por la UNESCO), también está mostrando la arqueomitología de Marija Gumbitas como una disciplina holística que permitirá a los jóvenes de nuestra comunidad hacer una contribución adicional a la interconexión entre los legados antiguos, las comunidades actuales y la ciencia ciudadana que integra el conocimiento ancestral.
Para mí, la arqueomitología comunitaria es la disciplina de una ciencia de la recuperación de la totalidad de lo que hemos sido, somos y podemos ser, cuando en el estudio de los vestigios de tiempos pasados (arqueología), quienes no tienen historia (las poblaciones discriminadas hitóricmente), encuentran sus raíces ancestrales en la pre historia; en el conocimiento expresado en sus mitos y expresiones artísticas de sus visión de mundo.
Esa disciplina fue creada por la arqueóloga y antropóloga lutuanioestadounisense, Marija Gimbutas (1921 – 1994) y su continuidad está siendo realizada por el Instituto de Arqueomitología dirigido por la Dra. Joan Marler.
Marija Gimbutas creó el campo interdisciplinario de la arqueomitología para ampliar las limitaciones de su disciplina con el fin de investigar las creencias, los rituales, los símbolos, la religión, los mitos y la estructura social de las sociedades primitivas. En su opinión, no es posible estudiar eficazmente los aspectos no materiales de la cultura utilizando una sola disciplina. Es necesario emplear una variedad de lentes interpretativos de una variedad de disciplinas que incluyen la arqueología, la mitología, la lingüística, el estudio de documentos históricos, el simbolismo y otros enfoques relevantes. Animó a estudiantes y académicos a ser interdisciplinarios y a cruzar los límites de sus disciplinas para profundizar su propia erudición aprendiendo nuevos modos de investigación. Ella comprendió la importancia de identificar nuevos conceptos y crear nombres para realidades que antes no habían sido identificadas. Por ejemplo, acuñó el término “Vieja Europa” para referirse a la civilización agraria más antigua de Europa que produjo sociedades pacíficas, equilibradas, igualitarias, altamente artísticas y sostenibles en las que las mujeres eran respetadas en el centro de la cultura desde el séptimo al cuarto milenio a.C. .
Esta disciplina permite fortalecer las raíces ancestrales que facilitan contrarrestar el dramático desarraigo cultural, social, biológico y económico actual de nuestra especie humana como parte del orden natural y su expresión social, en nuestro hogar, el planeta.
Esto está sucediendo localmente, no sólo en la creación de este personaje, sino también en indicadores culturales como:
• Las luces marinas que la población afrodescendiente y Bribri/Cabécar dicen haber visto y siguen viendo, en Punta Cahuita, la más cercana al lugar del naufragio y en otros lugares;
• Las nuevas historias de TONA INA que los jóvenes embajadores del mar han escrito sobre sus legados históricos;
• La forma en que la saga de arqueología comunitaria subacuática de los jóvenes ha llegado a la canción de calipso “BARCOS HUNDIDOS” de Dani Williams y el grupo calipsoniano Kawé de Cahuita, considerando que el calipso es el “periódico” musical más antiguo, tradicional y ancestral; en las cuatro canciones infantiles de la ninhez de cuatro escuelas, creadas con Guadalupe Urbina:. Y el Performance “Ellas Son el Mar” de Embajadoras/es del Mar con Profana.
https://vimeo.com/user12607319/download/838529172/b3ab6b24a4
• Las pinturas, murales y música – con y por estudiantes de primaria y artistas – sobre el mar y su cultura, expresando la combinación de biodiversidad y cultura en el fondo marino en un lugar donde “todo vino del mar”;
• La carroza “EL’LAS SON EL MAR” en el Desfile Comunitario que celebra el Día Internacional y del Afrodescendiente Costarricense donde 12 mujeres se disfrazaron y representaron a las Diosas ancestrales del Mar Africanas, Bribri y Cabécar.
• El Ritual de Libación 2021 en los sitios de naufragio en Cahuita por parte del Rey Ashanti de Ghana (Odeneho Kwafo Akoto III) junto a buzos Embajadores del Mar, junto a miembros de la comunidad y autoridades de Cahuita donde el Rey se disculpó por haber vendido Yorubas a los colonizadores.
• Los rituales que los buzos como guías turísticos realizan entre los visitantes de los sitios arqueológicos para que aprendan a honrar el impacto histórico de la colonización, la trata de esclavos, pero también la riqueza de las culturas traídas por los africanos a nuestra sociedad multiétnica y pluricultural. país, una realidad recién incluida en 2014 en el artículo primero de la Constitución costarricense.
• La visita del Embajador del Mar, el joven afrodescendiente Kevin Rodríguez a la “Puerta sin Retorno” del Fuerte en Ghana donde los africanos fueron obligados a subir a los dos barcos negreros daneses para ser llevados a América para ser esclavizados.
Y la manera cómo la juventud, personas adultas y niñez nos dicen que ven a Tona Ina en todos los lugares donde hay agua.
Continuar construyendo esa poderosa conexión con la arqueomitología de Gumbutas “descubierta” en mi participación interactiva dentro de la dinámica del movimiento feminista, es un regalo de la vida, siendo cultivado en interacción con el Instituto de Arqueomitología dirigido por Joan Marler.
Tona Ina, y la cultura Yoruba
En el proceso de desarrollar a Tona Ina como personaje, decidí que si es Yoruba, yo tenía que estudiar su cultura para hacerle justicia en sus propios términos culturales.
Los africanos yorubas, procedentes de Nigeria, llegaron al Caribe en aquellos barcos negreros daneses, por lo que forman parte de nuestra población, cultura, construcción social y los imaginarios costarricenses.
En la actualidad, los yorubas suman alrededor de 40 millones de personas sólo en Nigeria. También hay comunidades importantes en otros países, como Benín, Togo y Sierra Leona. Asimismo, hay muchas personas de origen yoruba en nuestro continente: en Brasil, Colombia, Cuba, Puerto Rico, Carolina del Norte, República Dominicana, Trinidad, México, Venezuela, Panamá y Costa Rica, que aún conservan muchas de sus costumbres ancestrales.
Hace poco me encontré con un libro que había leído en el pasado sin entenderlo hasta ahora. «La invención de la mujer: “Making an African Sense of Western Gender Discourses», de la feminista yoruba Oyèonké Oyēwùmí, publicado en 1997 y traducido al español por feministas latino americanas, entre ellas Yudelkis Espinoza y Anabel Contreras.
La «cuestión de género», afirma, es una construcción occidental, por lo que no es una lente adecuada para percibir y comprender las sociedades africanas anteriores a la colonización. En este libro descoloniza el feminismo al cuestionar los conceptos occidentales de género orientados al cuerpo y aplicados erróneamente al estudio de las sociedades yorubas. Su análisis muestra la naturaleza paradójica de dos supuestos fundamentales de la teoría feminista: que el género sólo se construye socialmente y, en segundo lugar, que el género es una forma universal en la que se organizan socialmente todas las sociedades actuales.
La crítica que me hizo la antropóloga feminista Dra. Anabel Contreras se refiere principalmente a la dominación de la epistemología occidental reconoce que «el género -afirma- utilizado como una categoría universal y a-temporal que responde a una bio-lógica occidental, sitúa al cuerpo humano como central en la organización social a pesar de que en algunas sociedades no europeas no jugó ese papel, al menos no históricamente sino a partir de la llegada de la colonización».
El yoruba Oyèonké revela varios problemas: por un lado, que la lógica subyacente a estas categorías se basa en una ideología de determinismo biológico, típica de Occidente, donde «la biología proporciona la razón que organiza el mundo».
Por otro lado, se suele equiparar la categoría «mujer» con género, o género y sexualidad, por lo que suelen ser discursos casi idénticos, y no se percibe que en muchas sociedades hay roles que son sociales y no llevan a discusiones sobre el sexo.
Oyèonké sostiene que lo que prevalecía en el África precolonizada era una «gerontocracia» como condición sobre la cual se organizaba el poder, lo que significa que el estatus social de una persona se definía no por su corporalidad, sino por la antigüedad y el adecuado conocimiento y manejo de las energías del cosmos, es decir, la espiritualidad.
Aunque el feminismo siempre ha afirmado que las categorías de sexo/género se han construido histórica y socialmente, con demasiada frecuencia la epistemología occidental las ha convertido en a-temporales, convirtiéndose así, con demasiada frecuencia, en una forma «naturalizada» de ver cualquier sociedad. Oyèonké afirma que «siempre que tengamos el género como la lente con la que miraremos una sociedad, tendremos el género como el resultado de su estudio, convirtiéndose en una imposición que hace invisibles otras categorías sociales».
El género apareció con la colonización en Nigeria, no antes. El proceso de descolonización del conocimiento requiere un diálogo constante que incluya las categorías epistemológicas.
Un último comentario al respecto: La modernidad tiene una insistencia omnipresente que presenta la historia como su precedente inferior, negando así que el pasado, nuestra historia, sigue estando dentro de nosotros en nuestras comunidades. Y además, ocultando que más que inferiores, muchas de sus expresiones son -si no superiores- al menos mucho mejores que la historia dominante de hoy. «El futuro es ancestral o no hay futuro», afirma el chamán brasileño Aiton Krenak.
Lingüística de género en Tona Ina
Permítanme añadir que en un momento dado, Tona Ina también me ha desafiado a buscar un mejor lenguaje en español que pudiera contribuir a hacer justicia incluyente al enloquecido estallido lingüístico del movimiento trans de hoy donde en nombre de la «inclusión» de la explosión de las muchas «identidades de género», niegan la categoría «mujer».
O el otro extremo comprendido del movimiento no binario que trata de incluir TODO en el uso de una «e» (en español) que se supone que todo lo abarca porque es «neutral», termina fragmentando, invisibilizando las categorías sociales del dimorfismo sexual.
En el proceso, se tiende a olvidar que históricamente, a partir de la aparición de la colonización en la construcción histórica del patriarcado, el lenguaje ha sido sexista porque excluye a las mujeres, y por tanto, discrimina a las mujeres. Estos otros tratamientos también son patriarcales; discriminan en lugar de incluir.
Permítanme compartir con ustedes mi postura política feminista actual, elaborada en mi interacción en preparación para esta charla sobre TONA INA que me ha enfrentado con nuestra ascendencia colectiva.
Sobre el lenguaje no binario: Me comprometo al uso de la «e» no binaria cuando la discriminación de la mujer por razón de sexo sea finalmente erradicada, y erradicada no sólo en el lenguaje, sino en la interacción de la especie humana en nuestro planeta.
Sobre el lenguaje «sexista» inclusivo Alguien ha dicho que «el futuro de nuestra especie en este planeta es ancestral» y cuando escuché eso recientemente, decidí que el futuro en el lenguaje es ahora y me llevó a preguntarle a Tona Ina qué haría en este caso y soñé la respuesta: «EL’LA» lo abarca todo y es ancestral. Incluye «el» y «la» en «ella», interpretado ancestralmente en un tiempo en un pasado no patriarcal cuando EL’LA la diosa, éramos todos… por razones que todos ustedes conocen mejor que yo. Así que a partir de ahora, cuando hable o escriba, usaré el tiempo femenino para ser todo inclusivo y aclararé por qué es un todo incluyente, que es ell propósito compartido con los trans.
La historia fundacional de Tona Ina
La historia fundacional que cuenta TONA INA se ha escrito a la luz del reciente trabajo arqueológico cultural subacuático realizado por jóvenes caribeños. Los submarinistas que se dedican a esta labor están recreando las historias no contadas de los naufragios de las embarcaciones en punta Chuita, los relatos orales de los elder de sus comunidades costeras y de los pueblos originarios de Alta Talamanca y la información en los archivos.
La historia fundacional sobre los orígenes de TONA INA que estamos escribiendo actualmente para y con la niñez añade otra capa de descendencia.
En esas historias hemos desarrollado una leyenda acerca del origen de Tona Ina, más allá de este planeta. EL’LA viene de un planeta de agua. Todo agua, planeta azul, en medio del cosmos y nadie, ni la ciencia, ni los niños han descubierto ese planeta de agua que es el lugar original de Tona Ina.
EL’LA es pequeña, muy pequeña y en un momento en el que EL’LA quiere crecer, le dice al estable e inamovible Planeta Agua donde vive, que quiere viajar al porque así es como EL’LA crecerá. El Planeta Agua le dice que él no sabe nada de moverse para cambiar porque el solo gira alrededor de su propio eje, pero que si EL’LA realmente siente que es así como EL’LA puede crecer, el convocara a todos los espíritus libres de las aguas y preparara un aquelarre con ella donde puedan averiguar cómo ayudarla a salir del Planeta Agua.
Convoca a todas las diosas del Agua del Mar (de las culturas ancestrales de la Isla de La Tortuga de América del Norte y de las culturas de Abya Yala en el Sur del continente ).
En el cuento, EL’LAS llegan una a una, hacen una aquelarre y colectivamente crean el instrumento de poder de las aguas con el que Tona Ina viaja a nuestro Planeta, llegando a África y finalmente viajando a Punta Cahuita en el Caribe Sur de Costa Rica.
¿Cuál es ese planeta a redescubrir?
El Tierra es Oceánica porque aquí la vida nació del agua, según mi más reciente libro “Tierra Oceánica”, publicado por Publicaciones Puertorriqueñas a inicios del 2024. Nacemos en el agua de los vientres planetarios de nuestras madres y así, antes de ver la luz del día al nacer, nadábamos y éramos de la “anfibiedad” acuática del planeta.
Llevamos la luz de las aguas de EL’LA, si recordamos quiénes somos y de dónde venimos. Y EL’LA es la memoria de las aguasa para recordárnoslo cuando olvidamos o cuando nos roban la historia.
Una forma de reintegrar el conocimiento ancestral respecto a la centralidad de la mujer como fuete de vida, «enraizando» a todo en una gran misión de la especie – dadora y preservadora de vida – como diosa de las aguas donde nace toda vida en sus vientres y la del Planeta: su océano; y los dones del cuidado maternal – siendo madres o no – de la vida de la hembra.
EL’LA es la abuela, la narradora, la memoria y la luz del mar que ilumina el camino de vuelta a nuestros orígenes de una simbiosis interactiva dentro de la naturaleza, rota por la depredación, justificada por un insensato sentido de superioridad patriarcal de la especie humana.
La voz ancestral, mitológica y de abuela de Tona Ina la convierte en testigo actual de la tenacidad de las mujeres como «reservas vitales» de una especie que ha alcanzado su límite biológico en el Planeta debido a esos intercambios depredadores y mercantilistas en las prácticas y paradigmas patriarcales.
Las mujeres han tenido la tenacidad de vivir bajo otras normas y paradigmas en sus enfoques holísticos de:
– Verdades detrás de las mitologías, expresando así conocimientos codificados en otro lenguaje, como lo ha sistematizado la antropóloga feminista nicaragüense Milagros Palma cuando afirma que en los mitos nativos hay sistemas de conocimientos codificados sobre la vida, la naturaleza y la ética. O como dice la economista feminista caribeña Peggy Antropus, los mitos nos permiten ver el hilo conductor que todos compartimos.
– Desarrollo de una ciencia ciudadana comunitaria que conecte el conocimiento ancestral con el método científico, recreando el propio conocimiento científico, pero sobre todo aportando un conocimiento indisolublemente ligado a la vida y a los medios de vida, como han desarrollado los Embajadores/as del Mar en Costa Rica en la arqueología subacuática comunitaria.
– Descubriendo la disciplina de la arqueomitología de Gimbutas y el Instituto de la Dra. Joan Marler y la conexión en mitos arraigados hoy.
– Prácticas paradigmáticas en las que los dones de la naturaleza se convierten en las normas por las que los seres humanos cuidan de la vida y los medios de subsistencia, tal y como experimentaron por primera vez los seres humanos en la práctica social maternal de donación del lenguaje y el cuidado, tal y como ha explicado la activista feminista y filántropa Genevieve Vaughan.
– Simbiosis interactiva de los seres humanos en sus ecosistemas, en lo que Tona Ina denomina «interacción simbiótica humana como parte de la naturaleza».
– Activismo feminista por parte de quienes emprenden acciones dirigidas a acabar con el patriarcado, el capitalismo y el supremacismo, desafiando los paradigmas depredadores y las estructuras y culturas socioeconómicas y políticas.
La nueva generación
¿Por qué la niñez? La nueva generación está llamada a vivir y corregir las limitaciones de nuestra generación al no haber podido evitar que peligrosos paradigmas depredadores dominen y gobiernen globalmente.
Apoyados en nuestra propia crítica intergeneracional, todos tenemos que contribuir a atajar la cultura disociativa que la generación más joven ha heredado en el actual maldesarrollo capitalista, patriarcal y tecnológico.
Uno de los dramas de la infancia y la juventud actual es que están siendo criados en aislamiento y sólo conectados a las pantallas de los móviles y a los videojuegos para aprender y entretenerse, a través de personajes y aventuras poco conectados con su propia realidad y a través de unos medios que excluyen la expresión directa del ser humano con todas sus inteligencias y su interacción simbiótica con otras especies.
Producir cuentos y ejercicios infantiles y juveniles para desarrollar las siete inteligencias, la imaginación, el amor, el cuidado y el respeto por el océano y todas las aguas del Planeta, centrándose en la donación alternativa de las mujeres como «reservas vitales» de los paradigmas holísticos sustentadores de la vida. Los niños saben esto, mucho mejor que los adultos.
Tona Ina, la abuela ancestral, que les cuente la historia para que permanezca con ellos mientras crecen, pero también para que influyan en sus padres de hoy, a todos los niveles.
Tona Ina en las nuevas luchas por la Tribalidad en el Caribe
La tribalidad de la población afrodescendiente en torno a su linaje común originario ha surgido en el Caribe del país de cara a la necesidad de contar con un reconocimiento sujeto del derecho de consulta que contempla el Convenio 196 Pueblos Indígenas y Tribales, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“El Convenio 169 tiene dos postulados básicos: el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan. También garantiza el derecho de los pueblos indígenas y tribales a decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo Convenio No 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, su propio desarrollo económico, social y cultural.”
En su lucha pero el derecho a sus tierras ancestrales ocupadas por la población cuando Costa Rica le puso fin a la esclavitud o la población que ya vivía libre producto de la cimarronería,
El proceso de documentar el carácter tribal de la población contempla el aporte de et población, por ejemplo en lo laboral cómo mano de obra que construyó el ferrocarril que conectó a Limón con San José; en la cultura con el lenguaje Creole, la gastronomía y el calypso costarricense, etc.
El rescate de mitología Yoruba y de otras zonas y etnias africanas también viene a profundizarse con la emergencia de la creación de Tona Ina a partir de un mito expresado en la luz de los antiguos espíritus que la población afro dice ver en el lugar.
Pero sobre todo, la búsqueda de la identidad de las embarcaciones de los naufragios en Punta Cahuita, que es el proceso en el cual nació Tona Ina , le daría a la población afro un indicador contundente. “Indiscutible y comprobadamente llegamos de África” dice uno de los lides del movimiento por el reconocimiento de la tribalidad.
Sanar las heridas comunitarias compartidas
Muchas comunidades interculturales tienen heridas históricas que surgen de conflictos no resueltos, muchos de ellos creados por conflictos territoriales inestables, en su mayoría creados por dinámicas externas que colocaron fronteras donde no las había y otras debido a culturas que han sido privadas de sus derechos y luchan entre sí, en lugar de lo que comúnmente sucede. visitando los dolores y confrontando al creador externo de los conflictos.
Sin las estrategias de dividir y conquistar, los conquistadores nunca enfrentan el impacto del dolor y la privación de derechos de sus políticas, por lo que las comunidades las implementan con todos los que los rodean.
Tales son los problemas relacionados con los derechos a la tierra en las comunidades costeras del Caribe y las heridas de los dolores no tratados y la privación de derechos impactan la relación entre los afrodescendientes y las comunidades indígenas Bribri y Cabercar en Talamanca, especialmente aquellas relacionadas con las tierras costeras.
Debido a que no es objeto de este artículo traer a la luz la historia del conflicto, los elementos encontrados en Tona Ina y de lo que sucedió con los 360 africanos que desembarcaron del Fredericus IV y el Christianus V son relevantes para contribuir a sanar viejas heridas. donde se podría arrojar nueva luz para reconstruir el terreno común de la opresión de las acciones no visitadas y no resueltas en sus propios términos.
Ni el afro/indígena mestizaje ha sido reconocido a profundidad por ambas etnias en su interacción, ni las formas cómo se han relacionado en las buenas y os han dividido los gobiernos en las malas.
Un acontecimiento como el hecho de que los africanos y africanas que desembarcaron pueden haber encontrado hogar entre los Bribri y Cabécar en Alta Talamanca y aportarle a la identidad mestiza costarricense, además de mezclarse en el territorio, puede ayudar a enmendar las heridas de una relación entre dos pueblos que tienen en común el impacto del coloniaje en sus vidas.