Dar el ejemplo, afianzar el sentido de comunidad, y ver a los jóvenes como motor de cambio

Artículo por Sol Valls 

El Centro Comunitario de Buceo y Embajadores del Mar es una organización social sin fines de lucro de Puerto Viejo, Costa Rica, fundada en 2014 por buceadores locales. Su objetivo es crear oportunidades para la juventud en buceo con propósito y, de esta forma, generar un cambio capaz de trascender generaciones, dejando una huella en la comunidad y en el ambiente.

Le dicen “Centro” porque abarca muchas áreas y un sinfín de actividades. La meta es generar el mayor impacto posible, comenzando por el Caribe Sur, pero sin limitarse a ese espacio geográfico, impulsando iniciativas con todo el mundo. No importa cómo. Muchas veces no saben de dónde saldrá el dinero, pero “Si hay que hacerlo se hace. Y, generalmente, ahí empieza la magia”, dice con convicción la presidenta de la organización, Gloriana Brenes.

Juntos y “de la mano”, sus miembros educan y capacitan a jóvenes de distintas edades en buceo, arqueología subacuática comunitaria, limpieza de playas y del fondo marino, plantación de palmeras, georreferenciación, fotogrametría, captura del pez león, y monitoreo y restauración de corales. Su misión es combatir la destrucción del hábitat, protegiendo y conservando el mar, sus ecosistemas y especies, siempre con una gestión comunitaria.

“Que los jóvenes sean los gestores es lo más importante, porque ellos son el futuro. Nuestro sueño es, en cinco años, caminar a la orilla de la playa y ver el mar lleno de pececitos y corales vivos. Si son ellos los que le ponen amor al sueño, sabes que el cambio sí se va a dar. Lo van a tener innato, va a ser su lenguaje. En lugar de ver una piedra sucia, van a ver un arrecife creciendo. Van a ver vida, donde la gente suele no ver nada” (Gloriana Brenes)

Gloriana y sus hijos, Momo y Ayu

Gloriana (43) es de esas personas capaces de vivir mil vidas en diez años. Es de San José, pero frecuenta al caribe costarricense desde pequeña. A Puerto Viejo se mudó dos veces. La primera: durante la etapa previa a sus estudios universitarios: “Tenía muchos intereses, pero no claridad para elegir una de esas ´carreras cajón´. Papá me ofreció venirme con él hasta decidir. Y me vine, y aprendí a surfear, y me enamoré del lugar. Y me fui, pero me quedé con la espinita del Caribe, y cuando te entra, eventualmente vuelves”.

Y así fue, porque, aunque pasó varios años dándole una chance a la vida “normal” de trabajo constante para solventar el costo de vida -y agotándose en el intento-, Gloriana volvió a donde su corazón mandaba. “Era un ciclo, trabajaba para pagar las actividades de mi hijo para que se entretuviera cuando yo no estaba. Me estaba perdiendo su crianza. Quería un cambio radical en mi vida”. Y esta segunda mudanza fue la que confirmó que su propósito no estaba en la ciudad.

Hoy, Gloriana lleva nueve años viviendo en Puerto Viejo. Y, además de asumir la mayor responsabilidad de la organización, es mamá de Sangye (17) -que ya tiene un proyecto apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo-, Momo (6) -su guerrero en plantación de palmeras, limpieza y conservación de playas-, y Ayu (1) -el bebé buceador que la acompaña en sus aventuras mirándola desde el bote”. Ellos también forman parte de los Embajadores del Mar porque “si yo estoy todos tienen que estar”.

Sangye

El proyecto de Sangye consiste en crear un dron subacuático capaz de hacer tomas en 3D para que la gente mayor, con discapacidad, o simplemente con miedo al mar, pueda ver lo que hay dentro sin tener que sumergirse. Esto a su vez beneficiaría a los parques nacionales generando más recursos -ya que, aunque el clima no esté optimo, la gente podría visitarlo-; ayudaría a reducir el impacto en los arrecifes, disminuyendo los grupos de buceadores; y contribuiría a la conservación del ecosistema, promoviendo el contacto y familiarización con el entorno natural.

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Ellos no saben que saben

Para Gloriana, la relación de cada joven con el Centro es un proceso en el que empoderamiento y madurez van de la mano. Un proceso en el que, tarde o temprano, los jóvenes entienden que ellos son la voz, el cambio, y que no necesitan a un otro para dar el primer paso.

Ellos te cuentan lo que hicieron sin sentir que es gran cosa. Hasta llegar a una edad en la que, mirando para atrás, se dan cuenta de que son expertos en varias áreas. Les enseñamos a hablar en público y, aunque se mueren de susto, tartamudean, y se desmayan, crecen y se empoderan. Solo viendo sus logros desde un punto de vista externo, cuando les llega el eco de quienes los escuchan, empiezan a ser conscientes de su propio valor. Ver este proceso es lo más gratificante. Por eso una sigue tratando de hacerse el tiempo para llevar, o traer, o llenar tanques, o enseñar a recoger basura, sembrar palmeras, organizar campamentos infantiles, webinars, y demás” (Gloriana)

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QUÉ QUIERO como punto de partida

“Cuando eres niño sabes dónde está tu corazón, al crecer se te olvida porque abandonas casi todo por la racionalidad. Pregúntate qué te importa, porque puede que lo que te importe no sea por lo que estás luchando. Pregúntatelo para no olvidártelo cuando vayas por ahí defendiendo causas” (Felix Morrison)

Felix Morrison

Felix Morrison tiene 27 años y viene de Meysey Hamptom, una pequeña aldea en el sureste de Inglaterra. Su primer encuentro con Puerto Viejo fue en 2013 en un intercambio durante sus estudios en filología hispana. En ese primer viaje al país de la “pura vida”, Felix se involucró con la Sea Shepherd Conservation Society, las limpiezas de playa, y las investigaciones sobre el tráfico de huevos de tortugas.Para el joven ambicioso fue un ir y venir entre Inglaterra y Costa Rica hasta que, en 2018 -esta vez no solo por amor a la naturaleza- decidió volver para quedarse. Fue en esta vuelta en la que se unió al Centro para trabajar en la conservación de arrecifes coralinos. Desde entonces trabaja allí voluntariamente, además de, por su cuenta, planear proyectos relacionados con la adquisición de tierras para su conservación. Vive de lo que cultiva, se mueve en bicicleta a todos lados, y el Centro y el mar son su prioridad.

Felix Morrison“Siempre supe que lo que más me importa son los animales y el ambiente. Bucear, y vivir, con propósito, es lo que más me satisface. Cuando pienso en el Amazonas en llamas, o en la deforestación de una selva por un hotel cinco estrellas… pierdo mi todo propósito en mi vida. Lo tomo súper personal. No sé cómo no tomarlo así. Es demasiado preocupante como para quedarse quieto. Por eso sigo, aunque sea con pequeñas cosas. Estoy aterrizado, yo sé para qué lucho” (Felix)

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Componente social

“Lo que más disfruto de mi participación en el Centro es conocer mejor a las personas, adquirir experiencia, ayudar a los niños, y dar el ejemplo para la comunidad” (Esteban Gallo)

Esteban y su hermana recogiendo sargazo de la playa

Esteban Gallo tiene 23 años, es un apasionado de la mecánica fuera de borda, y nació en Limón, aunque hoy ya lleva nueve años viviendo una vida “tranquila pero no tanto” con sus hermanos -que también forman parte del Centro- en Puerto Viejo, donde conoció a su primer amor: el mar. “Según mi papá, la primera vez que vine y vi el mar me puse a brincar como loco dentro del auto”, cuenta el fundador más joven del Centro, y agrega: “Veníamos a buscar un poco de vida, nos poníamos la máscara, el snorkel, y explorábamos”.

“Según el informe anual 2018 del Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el suicidio es la tercera causa de muerte entre adolescentes costarricenses de 15 a 19 años. En comunidades indígenas, esta tasa se cuatriplica. Talamanca, con una de las poblaciones indígenas más importantes del país, no es la excepción.” (Esteban)

Según Felix y Esteban, los principales motivos que llevan a la autodestrucción serían la falta de oportunidades educativas y laborales, crisis de identidad -al sentir que no pertenecen ni a las tradiciones de sus padres, ni al mundo moderno-, exclusión, y falta de apoyo. “Creo que a muchos les serviría estar más ocupados con actividades que los conecten con su comunidad. Necesitan una ayuda que sirva”, reflexiona el joven costarricense.

Para Esteban, el objetivo más importante del Centro es mostrarle a la juventud que existen alternativas de trabajo divertidas y sanas que no dependen completamente del turismo, ya que no todo puede depender de esta industria inestable; mostrarles que hay una salida, una chance de ser feliz colaborando con causas colectivas.

“Cuando era pequeño quería ser un agente encubierto -dice con un deje de nostalgia irónica-. Hoy quizá mi sueño es ser una gran persona, y ayudar a mi comunidad, dando oportunidades a los jóvenes de Talamanca, como la que me dieron a mí.”

Esteban hoy tiene el proyecto personal de crear un taller de arreglo de motores fuera de borda y equipos de buceo. La intención es que pescadores y buceadores no tengan que ir hasta Limón, San José, o Panamá, para hacer arreglos y que, con mejor mantenimiento, se evite la contaminación innecesaria del mar.

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El mar de patio

Sabemos que existen instituciones académicas y ONGs que se dedican a la conservación de la naturaleza, y específicamente de los océanos y ambientes marinos. ¿Por qué el Centro aporta una mirada distinta?

Para la presidenta del Centro, el hecho de haber nacido y crecido al lado de los arrecifes marca la diferencia. “A la hora de sumergirse, donde uno ve una montaña de corales, ellos ven una cueva. Les es obvio, natural. Es conocimiento empírico que no aprendieron en ningún libro. Ellos ven, y encuentran”, declara con orgullo, y añade: “Hay una tendencia a creer que por tener un título sos más importante que el pescador que lleva 50 años de pesca, aunque no necesariamente sabes más del mar”.

La respuesta no se aleja demasiado de la de Felix, quien explica que el hecho de que haya alguien in situ cuidando el recurso estudiado garantiza su protección. “Un académico puede terminar su tesis e irse, mientras que el Centro deja una huella. Entrenamos a alguien y dejamos una comunidad entera a cargo. Aquí el mar es el patio trasero, la gente baja a pulmón. No tenemos gastos. Más bien estamos listos para ir mañana. ¿Se apunta?”.

Niños ayudando con la recolección de basura

Si bien para el joven inglés -que, dicho sea de paso, pasa gran parte de sus días retirando hilo de pescar de los corales- es necesario el matrimonio entre conocimiento empírico y académico, el componente social es la esencia y nunca debe faltar. “Con una organización local que asegure que hijos y nietos adopten las prácticas, ahorras tiempo, lágrimas, y esfuerzo. Una ONG de afuera no sabe si en diez años va a estar ahí. Muchas veces su trabajo depende de donaciones, y cuando se vencen dejan todo tirado”.

Los proyectos del Centro tienen interés, no solo ayudar en ayudar a preservar los ecosistemas, sino también en crear oportunidades para que el mismo pueblo mantenga el beneficio para el sistema. Buscan generar resultados que se mantengan a largo plazo.

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Intercambio de tiempo por experiencia

La dinámica del Centro consiste en una distribución justa y espontánea de tareas. Entendiendo quién está disponible en cada momento, se ponen de acuerdo y funcionan. No es una organización jerárquica, sino horizontal. “Es un compromiso de tiempo a cambio de experiencia y conocimiento.

El grupo del Centro que se capacitó en Florida con DWP

A cambio de horas y dedicación puedes ganar hasta una beca para ir a Florida, y esa fue la mejor aventura que tuve el año pasado”, a Felix le nace una sonrisa gloriosa cada vez que habla sobre su viaje al Caribe estadounidense para capacitarse en restauración de corales con Diving With a Purpose (DWP), su ahora organización hermana.

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El viejo y el joven

Si bien el propulsor para crear el Centro fue dar el protagonismo del cambio a la juventud – dándoles la oportunidad de hacer propios los proyectos del Centro, promoviendo la apropiación de su patrimonio natural y cultural-, sus miembros coinciden en que el equilibrio entre la juventud movilizadora y la experiencia y sabiduría de los adultos, que ponen un orden, es clave para su buen funcionamiento.

– Tenemos la suerte de tener fundadores que no se dejaron engañar, callar, ni comprar. Hablamos de la generación que luchó contra la explotación petrolera y mil amenazas más. Son ellos los que nos lideran y encaminan. Son nuestros guías espirituales-, explica Felix.

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Proyecto siembra y restauración de corales

Un coral es un invertebrado que sólo vive y se reconstruye en ambientes saludables. Los arrecifes de coral, también llamados “selvas de mar”, forman uno de los ecosistemas de la tierra más diversos, frágiles -por su sensibilidad a cambios de temperatura-, y necesarios para que todo funcione.

Aunque ocupan menos del 0,1% de la superficie total de los océanos son el hábitat del 25% de las especies marinas. Además de brindar servicios al turismo, la pesca y la protección del litoral, nos dicen cómo está la vida en el océano.

Hoy, estos corales están en peligro por el cambio climático, la acidificación de los océanos, la pesca con explosivos y cianuro, el agotamiento de sus recursos, y los usos perjudiciales de la tierra -como escorrentía agrícola y urbana, y contaminación del agua-.

 El proyecto del Centro consiste en la búsqueda e identificación de colonias de acropóridos -especie de corales constructores de arrecifes por su tasa de crecimiento acelerado-, con el fin de crear un banco genético. Este tendrá múltiples viveros establecidos a lo largo del rango geográfico local de la especie -de Cahuita a Punta Mora- con colonias trasplantadas en crecimiento activo. La meta es que dentro de un periodo de 5 a 10 años esta especie pueda trasplantarse a los arrecifes, para restaurarlos.

Unops y AyA tendrán un rol no menor en este proyecto, contratando un programa de capacitación de la juventud del Centro en habilidades de buceo y programas de protección del ecosistema marino -entre ellos, monitoreo y descontaminación de corales-.

Otras estrategias del proyecto para combatir al cambio climático son la creación de corales híbridos -por su resiliencia-, y la identificación de súper corales, o corales del futuro, cuyo desempeño es particularmente bueno en condiciones de estrés, como temperaturas extremas y contaminación del agua.

“Si creemos que sin el océano vivimos un día más estamos muy equivocados. Los humanos dependemos muchísimo de él. Es el océano el que no nos necesita”, concluye la presidenta del Centro”

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Pesca consciente y la problemática del pez león

Pesca, caza, si es para sobrevivir puede respetarse. Si es para explotar, no. Si como carne, es la del pez invasor” (Felix)

Otro objetivo del Centro es hacer renacer a los guardianes del mar: pescadores locales cuyo objetivo es controlar la pesca, evitando que se maten especies necesarias para el equilibrio del ecosistema.

Peces león muertosEl pez loro, por ejemplo, limpia los parásitos que crecen en los corales y se come las algas que compiten con ellos y sofocan los arrecifes. Además, descargan hasta 100 kg de arena blanca al año, evitando la erosión de las playas.

Los jóvenes cuentan que es habitual encontrar tiburones con anzuelo en boca, muertos, tirados en la orilla, descartados, y concluyen que “Cuando se sobreexplota un recurso, hay que hacer algo al respecto”.

 Si bien el pez león no es un problema en su hábitat natural -las costas australianas y el Mar Rojo-, sí representa una grave amenaza para los arrecifes de coral del Mar Caribe desde hace aproximadamente 10 años. Se trata de un depredador voraz sin depredador, que se reproduce rápido. Es capaz de desestabilizar ecosistemas marinos y alterar economías locales.

“Come muchas especies y nadie lo come. Con su toxina atemoriza a las presas grandes. Pero no es venenoso y se puede comer “, revela Esteban, quien participa regularmente en torneos de captura organizados por la Asociación de Pescadores Artesanales Caribe Sur, y en actividades para sensibilizar a la comunidad sobre la problemática del pez invasor.

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Una comunidad empoderada

Cultura, selva, playas, mar, biodiversidad, un pueblo de pescadores que vive comunicándose con el arrecife. Hablamos de un lugar ejemplar que supo conservar su naturaleza y mantener su esencia en los últimos 30 años en que, en varios países del Caribe, casi todo fue privatizado, urbanizado, comercializado, y la naturaleza exuberante y virgen dejó de existir como tal. Hablamos de una población indígena que no fue colonizada, que vivió, creció y se nutrió de su entorno sin tener que destruirlo. Hablamos de Puerto Viejo, una comunidad cosmopolita, fuerte, y empoderada.

Creo que es ancestral, la gente lo lleva en sus venas.

El sueño de Felix es ver a la biodiversidad florecer una vez más, que vuelva a ser abundante y diversa. “Mi ambición -dice con un humor despierto, porque los sueños le parecen inalcanzables- es hacer esto lo más real posible. No importa dónde, quiero estar viviendo y luchando por lo que me importa, generando un impacto. Sin esto no podría encontrar felicidad ni satisfacción”, finaliza el joven cuya premisa es el contacto directo con la naturaleza.

“Me gustaría decirles a los jóvenes de Talamanca, que piensen en ellos mismos, que se valoren, y que sigan sus sueños, sea como sea. Que no se dejen aplastar por nadie, y que busquen una salida, aunque no la encuentren. Que sean fuertes” (Esteban)

“Me encantaría que, como comunidad, despertáramos y viéramos que Talamanca tiene todas las condiciones para ser un ejemplo mundial de esa Costa Rica en donde sí se puede. Que, en vez de sobrecargar, destruir, abusar y sobreexplotar lo que nos rodea, podríamos vivir en equilibrio. Que podríamos transformar el turismo en menos impacto con más respeto. Que podríamos crear una economía con la que todos ganen. Me encantaría que viéramos el valor de este pueblo, de esta gente, mezcla de extranjeros, indígenas, negros, chinos, de esta comunidad que está queriendo vivir, unida, en un lugar mágico-, exterioriza la presidenta del Centro, y admite que su sueño es ver una juventud llena de esperanza y oportunidades, que no sienta que tiene que ir a San José a buscarse un diploma para ser algo. Una juventud que mire a su alrededor y aprenda que al hablar y estudiar sus raíces puede encontrar su lugar en el mundo y entender como dar un paso hacia el futuro, “porque de eso depende el curso de nuestra historia” (Esteban)